Cuando se habla de Las Vegas, casi todo el mundo piensa en el ocio nocturno, las fiestas locas que se encadenan día y noche, y los casinos glamurosos que dominan la vida de esta curiosa ciudad. Pero no todo es desenfreno, luces brillantes y lujo. Las Vegas también tiene su corazón, naturaleza y cultura.
Como es lógico, cuando mis colegas me comentaron la idea de visitar la llamada “Ciudad del Pecado”, lo primero que pensé fue en las fiestas tan increíbles a las que íbamos a ir. Pero también queríamos hacer otras cosas. Y resultó ser una excelente elección, porque estuvimos informándonos y teníamos muchas actividades donde elegir. Así que no nos lo pensamos más: reservamos alojamiento a través de Zurfers y sacamos los billetes de avión. ¡Las Vegas, prepárate que llegamos!
Cuando llegamos a la Franja de las Vegas (The Strip), nos quedamos asombrados. Porque una cosa es verlo en fotos y catálogos, y otra muy distinta estar ahí en directo. Y encima, llegamos por la noche, así que imagínate el festival de colores, de luces brillantes, que nos dio la bienvenida. Es una visión impresionante, y desde luego muy motivadora: ¡nuestro fiestómetro se puso al máximo!
Llegamos a nuestro alojamiento y solo 5 minutos más tarde ya estábamos en la calle de nuevo (o sea, en el ascensor ya nos estábamos quitando la ropa, en 2 minutos nos duchamos, y nos vestimos en un parpadeo de lechuza).
El recorrido de la noche comenzó con la visita al XS, el recinto donde han actuado numerosos DJ de fama mundial. Como era de esperar, estaba lleno de gente y la entrada no era precisamente barata. Pero bueno, cuando uno va a Las Vegas tampoco se puede andar con tacañerías. Así que entramos y la verdad es que nos encantó. Tanto que ya no salimos de allí hasta muy tarde. Luego visitamos algunos locales más, pero al final estábamos tan cansados que decidimos regresar a la “base” y dormir un poco.
El día siguiente quisimos dedicarlo a disfrutar del entorno, por aquello de alternar la fiesta con otras actividades. Nos alquilamos un buggy y estuvimos recorriendo dunas y desierto, descubriendo lugares escondidos. Nos dimos cuenta de que Las Vegas es mucho más que luces de neón.
Por la noche, una vez duchados y arreglados, descubrimos que no estábamos en absoluto cansados, así que nos preparamos para regalarnos una buena cena, y luego ir a algún espectáculo. La verdad es que lo pasamos genial con el show de Absinthe, en el Caesar’s Palace. Eso sí, tendrás que entender el inglés con cierto nivel, pues es un humor para adultos con muchos elementos burlesque y acrobáticos. Pero incluso si no entiendes todo lo que dicen, te sorprenderán los números acrobáticos.
Hicimos muchas más cosas en Las Vegas, como pilotar un caza (en una simulación realista), o asombrarnos en el museo de cera de Madam Tassaud.
Al final, Las Vegas resultó una combinación genial de fiesta y actividades diversas muy interesantes. ¡Estamos deseando volver, pues nos faltaron muchas cosas que ver y experimentar!
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