
Cuando mi novio me propuso ir a los parques temáticos de Orlando pensé: “¡por fin me lo dice!”. No tenemos niños, así que no somos la típica familia que lleva a sus hijos a ver a sus héroes animados. Pero es que a mí me encanta vestirme de princesa, y mi novio seguramente acabará subiéndose en todas las atracciones que superen los 70 km/h (o sea, las montañas rusas más atrevidas). Así que ciertamente, tenemos alma de críos.
Al final el viaje resultó ser una pasada, divertido y con muchos recuerdos que atesorar debajo del brazo. Y hemos hecho cosas que no teníamos previsto. ¡Orlando nos ha encantado! Ahora mismo te cuento lo mejor del viaje.
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En mi lista, el número uno se lo lleva, como no… ¡Disney! Y como ya os he dicho, lo que más ilusión me hacía era vestirme de princesa. Al final escogí a Cenicienta, todo un clásico, a mi novio lo obligué a disfrazarse de príncipe azul, Andrew. Al principio temí que pareciésemos unos bobos rodeados de niños, ¡pero luego resultó que ni mucho menos éramos los únicos adultos disfrazados! Nos reímos mucho la verdad. ¡Y nos hicieron muchas fotos!
Como consejo, si te es posible, compra pases vip o rápidos para evitar las colas, pues si hace calor son muy pesadas si es fin de semana.
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Al día siguiente teníamos planeado seguir con las cosas de niños (así se lo dije a mi novio) y visitar el Centro Espacial John F. Kennedy. Como a mi pareja le gusta jugar a ser astronauta, pues me pareció bien. ¡La gran sorpresa es que me encantó la visita! A mi no me atraía al principio la idea, pero luego resultó ser una pasada. Había exposiciones de vehículos, trajes, zonas interactivas con la historia de la carrera espacial… salí muy contenta la verdad. Y a mi novio le brillaban los ojos, ¡será porque siempre está en la luna!
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Después de tantas emociones espaciales, nos apetecía una cena romántica viendo algún espectáculo. Orlando tiene tantas opciones que era muy difícil decidirse. Que si cabaret, humoristas, teatro… pero resulta que vimos un anuncio de algo que nos sorprendió: un show misterioso. Tenías que resolver un enigma antes que los otros invitados de la cena. Pues nada, ¡seguimos con la diversión! ¡Así que la cena romántica se convirtió en una especie de Cluedo, jajaja!
Al día siguiente consideramos que ya era hora de hacer algo “romántico” de verdad. Así que dijimos que lo más amoroso sería llevar nuestro amor al cielo y besarnos en las nubes. Vale suena cursi, pero lo hicimos. Contratamos un viaje en globo aerostático. Nos subimos en la cesta y el globo empezó a subir, y subir… y la idea romántica me pareció algo peligrosa. Pero la verdad es que al poco rato comprobé que era muy fiable y estable. Hicimos tantas fotos que llenamos la tarjeta del teléfono, pero mereció la pena.
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¡Y nosotros pensamos que habíamos hecho todo lo más divertido y loco de Orlando! Pues no, todavía quedaba… bucear con manatíes. Tomamos un hidrodeslizador hasta que encontramos un grupo de ellos, y nos lanzamos al agua con aletas, gafas y tubo. La verdad es que no nos acercamos demasiado, pero estuvimos buceando cerca y viéndolos bajo el agua.
¡Después de estas aventuras, estamos deseando volver a Orlando!
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